A lo largo de las últimas décadas, el turismo ha experimentado un notable crecimiento en nuestro país. Tanto es así, que actualmente es uno de los pilares más sólidos de la economía española. Pero a pesar del impacto positivo que ha supuesto este crecimiento en nuestra economía, también existen aspectos negativos.
Efectos de la actividad turística
El mayor atractivo de muchos de los destinos turísticos más populares es la calidad y belleza de su paisaje, ya sea por sus monumentos o por sus espacios naturales. De hecho, es uno de los servicios ecosistémicos que nos proporcionan nuestros espacios naturales. El problema es que la interacción de los turistas con el territorio genera una serie de impactos, que pueden ser económicos, socioculturales y, por supuesto, medioambientales. De estos últimos, algunos de los más destacables son los relacionados con el elevado consumo de energía y agua, la generación de residuos o ruido y los incendios forestales.
¿Qué entendemos por turismo sostenible?
El concepto de desarrollo sostenible no es algo nuevo. Ya en 1987, en un informe titulado “Nuestro futuro común”, se definía el desarrollo sostenible como “la satisfacción de las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. Por lo tanto, el turismo sostenible, según la Organización Mundial del Turismo, es la siguiente: “El turismo que tiene plenamente en cuenta las repercusiones actuales y futuras, económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los visitantes, de la industria, del entorno y de las comunidades anfitrionas”. A nivel europeo, la Carta de Turismo Sostenible promueve el desarrollo de este tipo de turismo de los espacios naturales protegidos de Europa. Los espacios naturales en los que trabaja Life Adaptamed, Sierra Nevada, Doñana y Cabo de Gata, están adheridos a esta iniciativa, con lo que acreditan el compromiso de aplicar los principios del turismo sostenible.
En este tipo de turismo se tienen muy en cuenta factores tanto sociales como económicos. Pero también se dan gran importancia a los factores medioambientales, siendo una de sus características básicas el dar un uso óptimo a los recursos naturales de la zona. Se hace hincapié en la conservación de los recursos y de la biodiversidad.
En España se aplican cada vez más los principios del turismo sostenible; prueba de ello es el Congreso Nacional de Ecoturismo, celebrado por primera vez en Daimiel en 2016. En él se definió ecoturismo como el viaje a un área natural para conocerla, interpretarla, disfrutarla y recorrerla al tiempo que se aprecia y contribuye de forma práctica a su conservación, sin generar impactos sobre el medio y repercutiendo positivamente en la población local.
Por supuesto, a pesar de tener muy en cuenta todos los factores medioambientales, los turistas también deben quedar satisfechos tras su visita turística a un espacio natural. Se debe conseguir transmitir el valor del entorno y el paisaje y conseguir que la visita sea significativa para ellos. Lo ideal sería conseguir que sean conscientes de la importancia de la sostenibilidad y de la conservación del espacio que están visitando.
¿Cómo minimizar el impacto de los turistas en el medio?
La expansión continuada del turismo provoca una mayor presión sobre los recursos de los lugares de destino. Esto hace necesario aplicar medidas para que algunos de los destinos más populares y con un gran valor medioambiental no “mueran de éxito”.
Ya hablamos en un artículo anterior de la importancia de la gestión adaptativa de los espacios naturales para la resolución de los problemas que los afecta. En el caso de un territorio que en gran medida depende económicamente del turismo, la gestión del espacio debe contemplar este hecho. Es por ello que se debe contar con todos los agentes relevantes: los habitantes del lugar, empresarios, políticos, científicos, etc. Sólo así las medidas preventivas y correctoras que se tomen para una mejor gestión del espacio serán efectivas.
Para conseguir un turismo que mantenga el equilibrio entre las dimensiones económica, sociocultural y ambiental, habría que empezar por estudiar el territorio y definir los límites de su capacidad, para así tenerlos en cuenta en la realización de futuros planes o acciones.
Pero, ¿qué es la capacidad de un territorio? Se pueden definir tres parámetros distintos:
- Capacidad material: viene determinada por las características geográficas y geológicas de la zona y debe ser fijada tras un exhaustivo estudio. Limitará el número de personas que puede tener acceso a una zona simultáneamente sin que corran peligro. Se podrían ocasionar derrumbamientos, deslizamientos de laderas, caídas por superficies escarpadas etc. Además, se debe procurar que las instalaciones de seguridad que se han de construir interfieran con el paisaje lo menos posible.
- Capacidad psicológica: viene definida por el número de visitantes que un área puede acoger sin que perjudique la experiencia de los turistas. Porque no es lo mismo disfrutar de un paisaje solitario que pasear por un sendero abarrotado.
- Capacidad ecológica: hay que definir el número de visitantes que un área puede soportar diariamente sin que se vea afectado su equilibrio biológico. Se ha de estudiar cada territorio concreto a fondo, ya que cada caso es único. Por ejemplo, la capacidad ecológica de una playa urbana no sería la misma que la de una playa con un arrecife de coral casi virgen.
Evidentemente se seguirán creando impactos sobre el medio ambiente, pero la cuestión es si éste los puede soportar y si se puede gestionar de manera correcta para preservar el espacio natural.