Las lagunas de las montañas de Sierra Nevada tienen su origen en los glaciares que las recorrían hace siglos. En su descenso, fueron dejando su huella en el paisaje, por lo que a pesar de no estar presentes hoy en día, se pueden ver señales de su existencia.
Una de esas señales de la presencia de los glaciares son las conocidas como las “Lagunas de Sierra Nevada”, que no son más que humedales glaciares a unas cotas de altitud entre los 2.600 y 3.100 metros. La mejor época para observarlas en todo su esplendor es durante el deshielo, ya que es cuando más agua almacenan.
Clasificación de las masas de agua
Dependiendo de su tamaño y profundidad, las masas de agua se pueden clasificar en:
- Lagos: masas de agua permanentes, de cientos de metros de longitud y con profundidades superiores a los 8 metros.
- Lagunas: dimensiones superiores a las de una charca, pero que no llegan a ser tan grandes como un lago. El tamaño se establece entre los 10 y 50 metros, y la profundidad es menor a los 8 metros.
- Lagunillos: por su tamaño, podrían considerarse charcas. No son más que pequeñas lagunas, con un tamaño inferior a 10 metros y muy poca profundidad, en la mayoría de los casos inferior a 1 metro.
En el caso de Sierra Nevada, no existe ninguna masa de agua que cumpla las características descritas para los lagos, por lo que se considera que en esta zona existen lagunas y lagunillos.
Un ecosistema de alta montaña muy delicado
Prueba de la singularidad de estas masas de agua es el nivel de protección bajo el que se encuentran, que es muy elevado. Están catalogadas como Zonas de Reserva dentro del Espacio Natural de Sierra Nevada, que de acuerdo a la legislación, se otorga a aquellas áreas que “al contener valores naturales de primera magnitud por su rareza, fragilidad, biodiversidad o interés científico, requieren el máximo grado de protección”
Y no son solo las masas de agua las que cuentan con protección. También está protegida la vegetación que las rodea, que se conoce comúnmente como borreguiles, es un pastizal húmedo en verano, que se cubre de nieve durante gran parte del año. Los pastores de la zona han desarrollado una práctica a lo largo de los años denominada “siembra de aguas”, que persigue generar y extender los pastizales durante primavera-verano. Las acequias de estos pastores, que son manejadas de manera tradicional, proveen de pastos al ganado y a los herbívoros salvajes.
Lugar de observación de los efectos del cambio global
Por todas sus características únicas, las lagunas de Sierra Nevada son un lugar ideal para estudiar los efectos del cambio global, como evidencian más de 40 años de estudios. Se encuentran en una zona que no es fácilmente accesible, por lo que hay poca interacción por parte del hombre con el ecosistema. Su flora y fauna es muy sensible a las perturbaciones, ya sean de origen natural o antrópico, y los organismos acuáticos que habitan las lagunas poseen una respuesta muy rápida ante los efectos derivados del cambio global. Además, al tratarse de unas formaciones tan antiguas, sus sedimentos recogen la historia ecológica de toda la región montañosa de Sierra Nevada.
Un ejemplo de los cambios que se han podido observar en las lagunas y lagunillos de Sierra Nevada es el mayor aporte de nutrientes que están recibiendo de las nubes de polvo provenientes del norte de África. La diversa comunidad de algas que habita en estas masas de agua se ve afectada, ya que se ven favorecidas unas especies respecto a otras. Como consecuencia, toda la cadena trófica se puede ver afectada.
En la página de “Las lagunas de Sierra Nevada” podrás ver múltiples fotografías de personas que han visitado el lugar y quieren colaborar dando visibilidad a la importancia y singularidad de este ecosistema.
Desde el proyecto Life Adaptamed trabajamos por la protección de los servicios ecosistémicos de los borreguiles y matorrales de alta montaña (acción C5). Para ello, hemos restaurado dos acequias tradicionales de careo, una en la vertiente norte de Sierra Nevada (acequia de Haza Mesa) y otra en la vertiente sur (acequia de Bérchules).