Las aves son muy sensibles a la variación en las condiciones atmosféricas, por lo que proporcionan con su presencia o ausencia información clave sobre el estado del medio ambiente y sobre el impacto del cambio climático. De hecho la migración de las aves es uno de los fenómenos que mejor ilustra las profundas relaciones entre el clima, la ecología y el comportamiento de los animales. De ahí que los estudios centrados en este fenómeno hayan demostrado ser uno de los mejores bioindicadores de los cambios ambientales que se están produciendo por los efectos del calentamiento global.
Unas 20.000 millones de aves están modificando sus hábitos migratorios por el cambio climático y lo están haciendo además a una sorprendente velocidad. Con el aumento de las temperaturas la primavera se ha adelantado también para muchas aves que dejan sus cuarteles de invierno cada vez antes y regresan a sus áreas de apareamiento y cría también hasta una semana antes. Las evidencias indican que las aves de migración larga se están convirtiendo en aves de migración media, acortando la distancia de sus desplazamientos. Asimismo, aves que antes migraban huyendo del frío o en busca de alimentos ahora se han convertido en sedentarias, como es el caso de la cigüeña blanca o las golondrinas, antiguas anunciadoras de la primavera, que ya pasan todo el año en el sur de España.
Seguimiento de migraciones
La revista especializada Ecological Indicators ha publicado recientemente un artículo que recoge las conclusiones de un estudio realizado por expertos del Laboratorio de Ornitología del Museo de Historia Natural de Helsinki (Finlandia). Los científicos analizaron los desplazamientos de casi 200 especies de aves con información recogida por 21 observatorios de aves del norte de Europa y Canadá entre 1959 y 2015, comprobando que, de media, las aves están adelantando su migración 1,3 días por década. En paralelo, estudiaron la evolución de las temperaturas constatando una correlación entre la llegada y la temperatura: allí donde el incremento estaba siendo más acusado, las aves estaban llegando aún antes.
En España tenemos un lugar privilegiado desde el que observar el fenómeno migratorio: el estrecho de Gibraltar. Se encuentra en una situación estratégica para su estudio científico ya que es aquí donde, según datos de la Fundación Migres, confluyen las rutas migratorias entre Europa y África de 400.000 aves planeadoras y de varios millones de aves de pequeño tamaño. De hecho en el Parque Natural del Estrecho se celebra anualmente el Congreso Internacional de Migración de Aves y Cambio Global.
Datos de la Estación de anillamiento de Doñana, en pleno parque confirman también que las fechas de paso de las aves están cambiando. Algunas especies las están adelantando, pero otras lo retrasan y en ambos casos es porque las condiciones en las zonas de partida o llegada también han cambiado.
Cambio en las áreas de distribución y en los ciclos biológicos
El calentamiento global está produciendo además cambios en los calendarios de los ciclos biológicos que inciden directamente en las migraciones de las aves. Al adelantarse la primavera las plantas brotan y florecen antes y la fenología de los invertebrados, alimento de muchas especies de aves, también se ve alterada ya que empieza a estar activos con anterioridad y tienen ciclos de vida mucho más rápidos. Es crucial para la supervivencia de las aves ajustar su calendario migratorio al de sus presas (plantas, insectos…), para hacer coincidir los picos de alimento con el momento en el que sacan los pollos adelante tras ocupar las zonas de cría.
Otra consecuencia del aumento de las temperaturas es que los óptimos térmicos de muchas especies se encuentran cada vez más al norte o a mayores altitudes, originando cambios en las áreas de distribución. Un estudio en el que participaron investigadores españoles, enmarcado dentro del proyecto Montes Consolider, ya puso de manifiesto que entre 1990 y 2008, la temperatura media europea se desplazó hacia el norte 249 kilómetros, mientras que las comunidades de aves en Europa se movieron hacia el norte sólo 37 km. Por lo tanto, los investigadores alertan de que no están siguiendo los pasos del cambio climático a una velocidad suficiente y que se está acumulando un desfase que los científicos llaman “deuda climática”.
Consecuencias y retos
El tiempo dirá exactamente qué consecuencias acarrean estas modificaciones en el ciclo migratorio, pero lo cierto es que esta nueva situación puede llegar a afectar a la reproducción y posterior supervivencia de algunas especies, así como a su biodiversidad, al reducirse las escalas en diferentes zonas del mundo que hacían que las aves tuvieran que adaptarse a diferentes hábitats. Otros expertos apuntan, sin embargo, que el adelanto de la migración podría ofrecer un mayor período de cría a algunas especies, aumentando las posibilidades de varias puestas.
Lo cierto es que estos cambios suponen también un reto para la conservación de las especies y obligará a establecer pautas más dinámicas que las actuales. Hay por ejemplo más de 20 especies de aves de filiación africana que antes invernaban en el continente vecino y que en las últimas décadas están colonizando el continente europeo, concretamente el sur de la Península Ibérica, lo que conlleva nuevas responsabilidades de conservación.