Al inicio de la revolución industrial el ser humano introdujo el uso generalizado de combustibles fósiles. Su uso se ha multiplicado a lo largo de las décadas posteriores, lo que ha provocado un incremento drástico en las emisiones de gases de efecto invernadero. Algunos de esos gases son el dióxido de carbono (CO2), el monóxido de carbono (CO), el metano (CH4) o los óxidos de nitrógeno (NOx), los cuales reciben este nombre porque provocan en la tierra el mismo efecto que las pareces de cristal producen en un invernadero: impiden la salida del calor y provocan un aumento de temperatura en el interior.
¿Por qué es importante reducir el carbono atmosférico?
La luz solar, que para nosotros es luz visible, atraviesa la atmósfera sin problemas hasta llegar al suelo, el cual se calienta. Al calentarse emite radiación infrarroja que, a diferencia de la luz del Sol, no es visible para el ojo humano. Los gases invernadero presentes en la atmósfera absorben este tipo de radiaciones, proceso que se lleva dando desde hace millones de años y que es necesario para mantener la temperatura actual de la Tierra. Pero debe existir un equilibrio, de esta manera, la temperatura de la tierra se mantendría estable a lo largo del tiempo.
El problema es que los gases de efecto invernadero se han ido acumulando en cantidades mucho mayores durante las últimas décadas, debido a los aumentos en las emisiones. Es por eso que, poco a poco, la temperatura global de la Tierra está subiendo. Este fenómeno es lo que conocemos como calentamiento global.
Qué es el secuestro de carbono
Los bosques y la vegetación en general son sumideros de carbono. Tienen la capacidad de absorber el carbono presente en la atmósfera e incorporarlo a través de la fotosíntesis a su estructura. De esta manera se puede almacenar carbono que, de otra forma, estaría libre en la atmósfera. Además, el carbono orgánico de las plantas es más estable que el que se encuentra en forma gaseosa. Esto es lo que se conoce como “secuestro de carbono“.
Secuestro de carbono en ecosistemas desérticos: el azufaifar de Cabo de Gata
El proyecto Life Adaptamed desarrolla su labor en los espacios naturales de Sierra Nevada, Doñana y Cabo de Gata. De ellos, el último es el que presenta mayores dificultades cuando se pretende trabajar con el secuestro de carbono. Cabo de Gata es un ecosistema árido, por lo que la baja disponibilidad hídrica supone una gran dificultad para el crecimiento de vegetación.
No obstante, trabajamos para gestionar la vegetación presente en la zona, favoreciendo las formaciones autóctonas y gestionando las especies introducidas. En este sentido, las formaciones de matorrales de azufaifo o Ziziphus lotus son de interés elevado. Tanto es así que en el Anexo 1 de la Directiva de Hábitats (92/43/CEE), aparece como hábitat prioritario. Estas plantas no sólo proporcionan el beneficio del secuestro de carbono en verano, época en la que el resto de plantas se secan por el calor y por tanto dejan de prestar este servicio. También son importantes para crear condiciones de microclimas para especies acompañantes, ya sean insectos o pequeños vertebrados.
Desde Life Adaptamed trabajamos plantando semillas y plantas adultas de Z. Lotus y retirando las especies competidoras de Agave, especie invasora muy extendida en la zona.
Secuestro de carbono en ecosistemas acuáticos: las marismas de Doñana
No sólo la vegetación terrestre es capaz de retener carbono. Las marismas de Doñana también funcionan como sumideros de carbono atmosférico gracias a los organismos autótrofos** que en ellas habitan. Las marismas son terrenos que se inundan periódicamente con la subida de la marea, en las que se producen aportes de sedimentos muy importantes. Esos sedimentos provienen de las zonas circundantes y de los materiales en suspensión que contiene el agua. Con la pleamar, los sedimentos terrestres se disuelven en el agua, provocando que haya una mayor cantidad de nutrientes disponibles para los organismos fotosintéticos. Se favorece así la fijación de CO2, que es incorporado a la estructura orgánica del fitoplancton. Más tarde, el carbono orgánico pasará a formar parte del material sedimentario de las marismas, de manera permanente.
Secuestro de carbono en ecosistemas forestales: los matorrales de alta montaña de Sierra Nevada
Cuando hablamos de ecosistemas forestales, solemos pensar en las especies arbóreas. Pero estaríamos obviando una parte muy importante de nuestros bosques: los matorrales. Suelen ocupar una gran extensión en el terreno, lo que proporciona una oportunidad para considerar estas formaciones como sumideros de carbono atmosférico. Por ello, su estudio y adecuada gestión se hace imprescindible.
Además, se debe tener en cuenta su papel como fijadores de terreno: los matorrales evitan deslizamientos superficiales del terrenos y desprendimientos. Así se consigue que el carbono que ya está presente en el propio suelo se pierda por efecto de las lluvias, cada vez más torrenciales debido a los efectos del cambio climático.
** Organismos que sintetizan sus metabolitos esenciales a partir de sustancias inorgánicas.